No todo se puede llamar descanso

Mt 14, 14

Es sorprendente cómo el  Evangelista deja ver, que el cansancio de Jesús se sacia con el anuncio del Reino, pero me parece más sorprendente aún ver de la manera en que Jesús lo hace ante el agotamiento físico, pues nos da ejemplo con su actitud dedicándose a sanar a los enfermos y consolar a los afligidos.

Parece como si el Evangelio nos quisiera mostrar una forma nueva de descanso, un método infalible para hallar esa paz en el corazón cuando las tribulaciones aparecen, y ese método es hacer el bien. Buscar y procurar el bien del otro, de modo que nada ni nadie nos pueda separar del Amor de Dios; pero ni a nosotros ni a los que nos rodean.

Cuando una persona está cansada, en el fondo tiene la tentación de hacer lo mismo que hizo Jesús en un principio, alejarse a un lugar solitario, desierto, pues allí encontrará el sosiego que necesita, pero cuando Jesús llega a aquel lugar, y encuentra la multitud necesitada de misericordia y compasión, no pierde la calma, sabe descansar haciendo el bien.

No se olvida de su propia necesidad, pues vemos como cuando termina de despedir a la multitud, vuelve a buscar ese momento de intimidad personal con su Padre Dios en la oración, pero sabe poner en primer lugar lo que de verdad importa. Jesús nuevamente nos va mostrando que, al dedicarse a los demás, no se pierde – por decirlo de alguna manera- la presencia de Dios, sino que quizás ésta se agudiza, y por eso resulta a las almas dóciles, mucho más fácil el acceso a la vida contemplativa en medio de las diversas circunstancias.

Estoy convencido que el Señor es capaz de hacer esto porque ha aprendido en la oración, y no ha a prendido a “desconectar”, sino a degustar el descanso pleno, y desde ahí se puede poner al servicio en lo que precisan las personas que le rodean.

Pensemos cuál es la forma de nuestro descanso, miremos al Señor para ver en realidad el modo en que nos ponemos en sosiego, pues si no hay descanso en nuestra agenda, el estrés impedirá que llegue a nosotros la serenidad para poder abordar los retos que la vida de cada uno de nosotros nos presenta incansablemente.

¡Ayuda Señor con tu sabiduría infinita a acertar desde el discernimiento personal, para poner todo a tu alcance, hacer el bien a los demás y hacer la voluntad de Dios!

Marco Antonio Fernández Rodríguez, Pbro.

Párroco en las Cabezas de San Juan (Sevilla)

No todo se puede llamar descanso

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