Charles de Foucauld (1858-1916) transitó de una juventud aristocrática marcada por el lujo y la falta de fe a una vida de entrega absoluta a Dios, tras experimentar una profunda conversión espiritual inspirada por el desierto argelino. A diferencia del joven rico del Evangelio, renunció a todas sus posesiones para vivir primero como monje y luego como ermitaño en el Sáhara, buscando evangelizar a los tuareg no con palabras, sino a través de la oración, la caridad y el ejemplo de una vida fraterna. Asesinado en 1916, su testimonio de «gritar el Evangelio» con su propia existencia inspiró el nacimiento de numerosas comunidades religiosas y culminó con su canonización por el Papa Francisco en 2022.

San Eligio, nacido hacia el 588, fue un talentoso orfebre y consejero real que destacó por su excepcional honestidad y caridad bajo el servicio de los reyes francos Clotario II y Dagoberto. Además de dirigir la acuñación de moneda y realizar importantes obras de arte religioso, dedicó su vida a la piedad, fundando monasterios y rescatando esclavos antes de dejar la corte para ser ordenado obispo de Noyon y Tournai en el año 641. Su legado perdura hasta hoy como santo patrón de los orfebres, siendo venerado especialmente en París por su labor apostólica y artística.