San Andrés, apóstol

La inmensa alegría de haber encontrado al Mesías define la vocación de Andrés, el primer discípulo en recibir la llamada de Jesús. Pescador de Betsaida y antiguo seguidor del Bautista, su vida cambió para siempre aquella tarde a las cuatro, junto al río Jordán, cuando reconoció en el hijo de José al Cordero de Dios. Fue tal su emoción que corrió a compartir la noticia con su hermano Simón; poco después, tras la invitación del Maestro a ver dónde vivía y la llamada definitiva a orillas del mar de Galilea para convertirse en pescadores de hombres, ambos dejaron las redes sin dudarlo. Andrés pasó a formar parte del círculo íntimo de los doce, siendo testigo directo de momentos trascendentales como la multiplicación de los panes, donde su realismo le llevó a cuestionar la utilidad de los pocos alimentos disponibles, o las confidencias de Jesús en el Monte de los Olivos sobre los últimos tiempos.
Tras la Ascensión, aunque los Hechos de los Apóstoles lo sitúan en Jerusalén, la tradición y los textos apócrifos narran que evangelizó Asia Menor y las regiones del Mar Negro hasta el Volga, motivo por el cual es venerado hoy como patrono de Rumanía, Ucrania y Rusia. Su incansable predicación culminó hacia el año 60 en Patras, Acaya, donde afrontó el martirio. Allí pidió morir en una cruz en forma de aspa o X para evocar la inicial griega de Cristo, abrazando el suplicio con palabras de amor profundo, saludando al madero como una cruz buena y deseada que le permitiría llegar finalmente a los brazos de su Maestro.
