Una mirada positiva

José Iribas

Al poco de ser elegido secretario general de la ONUKofi Annan relataba a Newsweek una historia que vivió personalmente.

Annan señalaba: Con 17 años, aprendí una lección que nunca olvidaré. Un día, el director del instituto entró en nuestra clase con un inmensa hoja de papel blanco; una hoja, de un metro de largo por un metro de ancho, que tenía un pequeño punto negro en una de sus esquinas. El director extendió la hoja ante nuestros ojos y nos preguntó: 

-Chicos, ¿qué veis? 

Todos respondimos al unísono: – ¡Un punto negro!

Él movió la cabeza con tristeza y desaprobación y dijo: – ¿Ninguno de vosotros ha sido capaz de ver esta enorme y hermosa hoja de papel? ¡Muchachos, no vayáis por la vida con esa actitud!

El mensaje había dado en el blanco.

A veces transitamos por la vida centrados en ese ‘maldito’ punto negro que parece imperar; que nos obsesiona; que capta nuestra atención y la atrapa: ¡y obviamos o despreciamos el amplio soporte blanco en que el mismo se presenta!

Tenemos una capacidad de mirar selectiva, sí. Selectiva y… a veces negativa. Que puede llevarnos al desánimo, a la desazón, a la amargura o a la crítica destructiva. En todo caso, a una evaluación injusta. 

Esté donde esté ese ‘punto negro’, ya sea en ti, en tu misma nariz, te obceca; y estás convencido de que es lo único en lo que los demás van a fijarse, aunque luego nadie se percate o le dé tanta importancia como tú.

Y cuando piensas que está en la cara de otro: ¡ah, cuando creemos que lo hemos detectado, que lo hemos pillado en el de al lado, qué implacables podemos ser con los demás! Lo de la paja en el ojo ajeno…

No voy a negar que los puntos negros, oscuros, existen. También, por cierto, las cremas limpiadoras o… las gomas de borrar.

Pero no quiero dejar de apuntarte alguna idea:

Recuerda aquello de que mete más ruido un árbol que cae que todo un bosque que crece.

No olvides tampoco que, por ejemplo en los medios de comunicación, siempre es más noticia lo de ‘hombre muerde perro’ que ‘perro muerde hombre’. Así que no te obsesiones si los telediarios van cargados de ‘necrológicas’. Las buenas noticias –desgraciadamente- no aparecen con la misma frecuencia que las malas; aunque haya más de las primeras. Y ya que hablamos de esto, recuerda –con el título de este post que ahora te cito- que ‘Las buenas noticias dependen de ti’. Y actúa en consecuencia: pon el altavoz. Mantén –además- la actitud del protagonista de ‘Alérgico a las balas’. ¿Que no recuerdas cuál era? Te vas a reír… O vas a pensar.

Dicho todo lo anterior, te añado: siempre se cuenta (por ejemplo, por quienes realizaron el servicio militar obligatorio, la ‘mili’) que los recuerdos que uno acaba guardando, finalmente, son los buenos. Suele ocurrir algo parecido cuando uno rememora su época de estudiante. Y, a veces, hasta cualquiera tiempo pasado… Pues no te amargues ese presente que mañana será pretérito.

Para todo ello, te planteo algunas cuestiones

  1. ¡Fíjate en el hermoso folio blanco que te presentan: en su conjunto! Y disfrútalo: aprovéchalo bien. No me seas tiquismiquis ni aguafiestas. Ve el lado bueno de la vida. Y refléjalo.
  2. Si lo que ves te parece un punto negro, asegúrate de que es así. Toma perspectiva; dale, en cualquier caso, su justa dimensión en todo su contexto. Si el punto es tuyo, aprende de ello; y límpialo. Si fuera ajeno, si está en tu mano, colabora a eliminarlo. Y recuerda siempre, cuando hayas de ayudar a otra persona, lo que te contaba en ‘La crítica leal’…
  3. Sea el punto propio o ajeno, sé compasivo: perdona (te) o pide perdón. Pero nunca te me vayas abajo: recuerda que somos humanos, falibles… y que el mejor escribano echa un borrón. Al que anda, le pasa… A veces, tropieza, ¿y? ¡Que te sirva para tomar impulso!
  4. Aprende también a cambiar el color de los puntos oscuros, cuando no esté en tu mano poder eliminarlos. Si ves que nos centramos -cuando nos presentan una hermosa hoja en blanco- en un minúsculo punto (somos así), ¿qué pasaría si consiguieras que precisamente ese punto hacia el que se nos van los ojos… estuviera lleno de color, de luz? ¿Recuerdas cómo, de niño, añadías el amarillo al azul -por oscuro que parezca- para conseguir un verde esperanza? ¿Puedes sacar bien del mal? Recuerda cómo se crea una perla…

Me gustaría, y acabo ya, trasladarte la importancia de mantener, en lo posible, un espíritu, una actitud, positiva, esperanzada; si puede ser, hasta alegre… incluso cuando no sea fácil, en los diarios quehaceres, en las batallas cotidianas…

La vida tiene, sí, sus claroscuros; pero –como señalaba en su día mi buena amiga Begoña o el Doctor Enrique Rojas– esos contrastes pueden propiciar una hermosa pintura, un bello tapiz… ¿Recuerdas el post ‘Tú y tu Kintsugi’?

En fin… ¡que siempre hay razones para el optimismo! Y si no, habrá que inventarlas; que hacerlas posibles. E intenta –cielito lindo, que dice la canción– no ver verruga allí donde lo que hay es un simpático lunar…

Tú sabes cómo lograrlo. Y, si no, pide ayuda. Que para eso estamos.

Por cierto, por si alguien estuviera obcecado en algún puntito oscuro, sufriendo y/o haciéndolo pasar mal, y le viene bien leer esto, ¿me ayudas a difundir?

Harás bien.

Y… de eso se trata. Y punto.

José Iribas.

www.dametresminutos.wordpress.com

@jiribas

Una mirada positiva. José Iribas

Atracción, enamoramiento, amor comprometido

Por María Álvarez de las Asturias

Esta mañana hablaba de atracción, enamoramiento, de relaciones afectivas con alumnas de Bachillerato. Y pensábamos en voz alta sobre estos aspectos:

El cuerpo es la persona en su visibilidad: es también lo más externo, lo primero que uno ve cuando te conoce (tus características físicas, si eres alto o bajo, guapo o no tanto, qué ropa vistes; los gestos que haces, cómo te comportas…) Todo esto dice cosas de ti. Pero es triste valorar a las personas por la fachada, quedarse en la superficie. Lo que atrae, lo que se ama, es la persona entera y hay que aprender a mirar más allá del aspecto físico.

Un poco más adentro de la persona encontramos lo que pensamos y lo que sentimos. Pero no siempre mostramos externamente nuestros pensamientos y sentimientos. Para compartirlos con alguien necesitamos confianza. Y, a veces, no queremos manifestar externamente lo que pensamos o sentimos; generalmente por sentirnos vulnerables si transparentamos nuestro interior ante alguien que no lo va a entender bien.

En el centro de la persona encontramos el corazón: todos tenemos deseos de ser felices y deseos de relación. El hombre, varón y mujer, es un ser para la relación: las relaciones, los encuentros con otras personas te ayudan a crecer, a adquirir conciencia de lo valioso que eres cuando otra persona aprecia en ti algo bueno. Ahora bien, hay relaciones y relaciones. Hay personas que no aprecian en ti lo que vales; eso no quita la verdad de tu valor, lo que indica es que la otra persona no ha sido capaz de ver en ti lo valioso que eres. Porque sólo desde el amor, quien te quiera, podrá apreciar todo lo bueno que hay en ti.

Y ya que hablamos de amor, podemos encontrar estos ingredientes en el recorrido del corazón:

  1. Atracción: lo que veo en otra persona me gusta, pero me fijo de momento en su aspecto externo. Por eso, la atracción es un primer ingrediente del amor pero no equivale al amor; y te puedes sentir atraído por varias personas al mismo tiempo.
  2. Enamoramiento: ya no me gusta una particularidad física, ahora me gusta toda la persona del otro. Es una dimensión involuntaria del amor: sin saber cómo ni por qué tu corazón y tu mente se encuentran invadidos por una persona que no ha pedido permiso para entrar. No puedes estar enamorado de varias personas a la vez (aunque podrás estarlo de distintas personas sucesivamente)
  3. ¿Es bueno enamorarse? Si te ayuda a estar mejor en casa, a ser más amigo de tus amigos y a centrarte en los estudios, sí. En cambio no es bueno si te aísla del resto de la realidad.
  4. Te quiero: es un paso más. Para pasar de estar enamorado a poder decir te quiero hace falta tiempo y conocerse, poder saber cómo es esa persona que se te coló en el corazón y la cabeza y valorar si hay posibilidad de un futuro juntos.
  5. Amor comprometido: más allá del te quiero está el amor comprometido, que es decir a la otra persona “contigo, en todo, para siempre”. Es distinto querer a una persona y elegir un amor comprometido; porque puedes querer mucho a alguien y no poder comprometerte a un amor definitivo. Por ejemplo, porque no estás preparado para asumir las consecuencias de ese amor (eres muy joven, estás estudiando, no estás preparada/o para acoger la nueva vida que pueda llegar como fruto de ese amor. O sí estás preparado pero aunque quieres mucho a la otra persona ves claro que sois totalmente distintos, que vuestra relación no os ayuda a ninguno de los dos y eliges, con razones fundadas, no seguir adelante)

Porque el amor no es seguir los impulsos de los sentimientos, el amor es maduro cuando lo que sentimos somos capaces de juzgarlo con la razón y de elegirlo con libertad, comprometiendo la voluntad. Los tres elementos son importantes: no es bueno dejarse llevar por los impulsos de los sentimientos, hay que valorar con la razón qué es esto que siento, si es bueno o no para mí y para ti y, una vez que pongo nombre a lo que siento y que la razón me dice sigue adelante (o no sigas), la voluntad ejecuta la decisión tomada.

Otro punto importante es que el ritmo del corazón es distinto al ritmo del cuerpo. Ya hemos dicho que el corazón necesita tiempo, conocerse y confianza para ir pasando por las distintas etapas del amor. El cuerpo, que expresa lo que llevamos en el interior, tiene un ritmo distinto, es mucho más rápido en sus reacciones. Y así resulta que cuando te sientes atraído hacia una persona, el cuerpo puede adelantar varias etapas y sugerirte un gesto que no se corresponde a la atracción sino al amor comprometido (dicho claramente: te gusta un chico/a y el cuerpo te dice –me apetece acostarme con él/ella). Y aquí tenemos una dificultad: que hoy, la norma de comportamiento es “si me apetece”. Pero la libertad no es hacer lo que me apetece, es escoger lo que es un bien verdadero. Y hay que ayudar al cuerpo a acompasar su ritmo al ritmo del corazón, aprender a expresar con los gestos adecuados la verdad que vives en tu corazón. Si estás en un momento en que sientes atracción hacia otra persona y tienes una relación sexual con ella, el gesto que haces con el cuerpo expresa un amor comprometido, definitivo, en todo y para siempre. Y si eso no se corresponde con la verdad del corazón, en la que sólo encontramos atracción (muy lejos del amor comprometido), el cuerpo y el corazón no van al unísono y nos encontramos divididos: decimos con el cuerpo cosas distintas de lo que realmente vivimos. Esto produce heridas en la persona a la que le expresamos físicamente algo que no es verdad. Y deja heridas en uno mismo, porque vivir dividido es muy difícil.

Por eso, recuerda que el amor maduro es el que es capaz de juzgar con la razón lo que siente y de elegirlo desde la libertad comprometiendo la voluntad. Y ordena los gestos del cuerpo para expresar la verdad de lo que vives en el corazón.

María Álvarez de las Asturias

Canonista, especialista en noviazgo

y orientación familiar.

www.estaporvenir.com

@mariaalvarezast

Atracción, enamoramiento, amor comprometido. Por María Álvarez de las Asturias

Sobre el noviazgo, 2ª Parte

María Álvarez de las Asturias

En el último post ( http://www.estaporvenir.com/sobre-el-noviazgo-1/ ) decíamos que el noviazgo es un período de preparación para el matrimonio, de conocimiento mutuo: para poder conocernos suficientemente tenemos que hablar mucho, con sinceridad y confianza, poder mostrarnos como somos con libertad.

Para que el noviazgo cumpla su sentido auténtico es fundamental plantearnos qué proyecto de vida queremos tener juntos: no se trata de estar totalmente de acuerdo en todo, eso sería imposible y además haría la relación muy aburrida; pero hay algunos temas que tendrán especial importancia en la convivencia matrimonial y sobre ellos hay que hablar (mucho, con sinceridad y claridad).

Algunas de estas cuestiones que conviene plantearse durante el noviazgo son:

  • ¿Qué concepto tengo del matrimonio? ¿Considero que es una unión en el amor definitiva, fiel, fecunda? ¿O tengo otra idea distinta? En esto hay que ser muy claro para poder tomar la decisión de casarse o de no casarse sin engaños; sabiendo qué puede uno esperar de la unión que el otro le propone.
  • ¿Cómo vamos a vivir la sexualidad, la paternidad responsable? ¿Queremos cada uno de nosotros tener hijos, o no? ¿Una familia numerosa o pequeña? ¿Qué pensamos sobre la educación de los hijos? No hace falta llegar a detalles del día a día, pero sí tener una idea clara de qué tipo de formación querríamos darles en casa y el tipo de colegio que elegiríamos para nuestros hijos.
  • ¿Qué lugar ocupa en la vida de cada uno y cómo vamos a vivir la espiritualidad? ¿Compartimos creencias religiosas? En caso negativo, ¿hay un respeto hacia las creencias del otro y a cómo vive esas creencias? ¿Hay un mínimo que podamos compartir? ¿Las creencias de uno de los dos constituyen una diferencia que supone tener criterios irreconciliables en aspectos fundamentales como el concepto del matrimonio, la apertura y educación de los hijos, la paternidad responsable, la sexualidad? Si no compartimos creencias: ¿qué vamos a transmitir a nuestros hijos, en qué ideas/principios/valores/prácticas religiosas les vamos a educar?
  • ¿Cómo planteamos en adelante las relaciones con las familias de origen y con los amigos y las actividades de ocio? Hay que saber en qué lugar están mis padres, hermanos, amigos… y cómo afecta a nuestra relación el puesto que ocupan en mi vida. ¿Estoy de acuerdo en que la vida matrimonial exige cambios en mis prioridades? ¿Qué pasará si hay que hacer renuncias debido a la evolución de la vida matrimonial? ¿Voy a encajar bien estos cambios o hay otras relaciones familiares, de amistad o actividades de ocio que quiero anteponer a mi relación matrimonial?
  • Igualmente hay que tener claro qué lugar ocupa en las prioridades de cada uno el trabajo: ¿es más importante que la familia? Hay que llegar a un equilibrio entre la vida familiar y la vida laboral; pero una vez que se cubren las necesidades familiares básicas, ¿el éxito profesional es para mí más importante que la familia? Y ¿qué consideramos necesidades básicas? ¿Cómo vamos a conciliar vida familiar y laboral?
  • También es necesario ponerse de acuerdo en relación con la gestión del dinero: ¿cuentas comunes o separadas? ¿Admitir o no una dependencia económica de las familias de origen? Si uno de los dos se dedica prioritariamente a la atención de la familia ¿cómo le afectará no tener ingresos propios?
  • En cuanto a si hay cuestiones no-negociables, concretarlas depende de cada persona: hay cosas que, aunque cuesten, se pueden ir encajando. Otras, que nos producen una ruptura interior, no se pueden aceptar. Por eso en todo esto conviene ser muy sincero y muy claro a lo largo del noviazgo: para que ninguno de los dos vaya al matrimonio engañado. Recordemos que el noviazgo es un tiempo para poder decidir, con libertad, continuar adelante y comprometerse en una relación definitiva (“sí, quiero”) o romper si no es posible un futuro juntos. Ruptura que es un éxito si es lo mejor para ambos (un buen noviazgo no tiene que acabar necesariamente en boda) y no es tirar por la borda el tiempo vivido juntos, si en esa etapa nos hemos ayudado mutuamente a crecer y madurar.

Está claro que la vida nos sorprenderá continuamente y no podemos pensar que nuestros planes se van a cumplir exactamente como los hemos pensado. Pero si entre los novios hay un acuerdo de fondo sobre estas cuestiones, será más fácil que no surjan dificultades graves en el matrimonio; porque serán capaces de amoldarse, unidos, a lo que la vida les vaya planteando.

María Álvarez de las Asturias

Canonista, especialista en noviazgo

y orientación familiar.

www.estaporvenir.com

@mariaalvarezast

Sobre el noviazgo, 2ª Parte. María Álvarez de las Asturias

Adolescencia y paciencia de Dios

María Álvarez de las Asturias

“No me escucha; no me hace caso; le apoyo cuando sabe lo que hace pero se enfada si alguna vez le digo que se está equivocando o le doy algún consejo pero ¡yo sólo lo hago por su bien!”

Son frases que se repiten en las conversaciones de padres de adolescentes, ya sea entre amigos o en consultas de orientación. Y van más allá: “no entiendo este comportamiento, que no se corresponde con lo que le hemos enseñado en casa”. Y la preocupación de los padres ¿lo hemos hecho tan mal???

No, probablemente lo hemos hecho bastante bien; o, al menos, todo lo bien que hemos sabido y podido. Pero nuestros hijos, que durante la infancia recibían naturalmente lo que venía de sus padres como “lo bueno”, empiezan a cuestionarse todo. Y es normal: ya no vale con hacer las cosas “porque lo dicen mis padres”, tendrán que buscar la forma de hacer las cosas “porque es bueno”, interiorizando y haciendo suyos  -o descartando-  los valores que les hemos propuesto. Y en ese proceso de crecimiento hacia la madurez, junto a muchas cosas buenas, habrá enfados, meteduras de pata, rebotes contra lo que se percibe como autoridad que limita la libertad, aciertos, rectificaciones, manifestaciones (sinceras) de cariño, peticiones de ayuda y de perdón seguidos de nuevos enfados y rebotes…

Todo esto, a los padres les causa un sufrimiento grande; pero forma parte del amor el respeto a la libertad del otro, en este caso a la libertad de los hijos. No les quiero porque son como yo quiero que sean, les quiero porque son ellos, con sus aciertos y errores. Me alegro con lo bueno y sufro con lo malo, porque amar es exponerse y dejarse afectar por lo que le pase al amado.

Para los creyentes, esta etapa de la paternidad tiene una gran ventaja: es muy educativa; porque nos sitúa a nosotros, padres de adolescentes, ante Dios, Padre nuestro, que puede decir de nosotros lo mismo que nosotros de nuestros hijos: Yo sólo quiero tu bien y tú te enfadas; si te doy un consejo es porque sé lo que te conviene; estoy a tu lado para sostenerte y apoyarte y te parece que invado tu libertad; no entiendes que te quiero cuando aciertas y cuando te equivocas porque te quiero por ser tú, por ser mi hijo.

Así, sufriendo por nuestros hijos, podemos entender mejor el sufrimiento de Dios que forma parte de su locura de amor por cada uno de los hombres.

María Álvarez de las Asturias

Canonista, especialista en noviazgo

y orientación familiar.

www.estaporvenir.com

@mariaalvarezast

Adolescencia y paciencia de Dios. María Álvarez de las Asturias

Civismo

José Iribas

Aquí me tienes de nuevo. Empeñado en cumplir mi compromiso de ofrecerte alguna colaboración de las que publico mensualmente en Mundo Cristiano. 

Esta es bastante pedagógica… así que no vendrá mal ahora que todos hemos retomado “el curso”.

Vamos con ella. Espero que te guste:

Ayer viajaba en tren y vi descender a un grupo de personas, niños y adultos, en una parada del trayecto. Por casualidad, giré la cabeza hacia sus asientos. Habían dejado más rastro que los caracoles; y no me refiero a babas. Peor: aquello estaba plagado de botellas de plástico, bolsas de patatas fritas vacías… desperdicios varios.

Seguramente pensaron: Ya habrá alguien que limpie, ¡que para eso les pagan!

Hay quien compra un billete -de tren o de lo que sea- y se cree con derecho a todo. Sin el menor civismo y sin respeto a quienes les rodean. Y hacia quienes limpian.

El pasado curso, se me quejaba un empleado de un colegio –subrayo este sustantivo- de actitudes semejantes. Niños, y otros que ya no lo eran, salían del aula dejando desorden y materiales por doquier. Alguien se los ordenaría y el aula –seguro- estaría impecable al día siguiente. Y yo pensaba: es probable que les estén enseñando: a pintar, a leer y hasta a hacer raíces cuadradas…  pero no les están educando.

Habrá quien diga que el problema es que vienen ya así ‘de serie’, de casa. ¿Sus padres les dejarán tirar las cosas al suelo del salón o al de la cocina? A alguno, me temo que también. Recordatorio: la familia, primera educadora. No cabe abdicar. Y añado: pero educa la tribu entera.

Estas semanas –con más razón que un santo- el papa Francisco nos exhortaba a cuidar de ‘la casa común’. En concreto, de los océanos.

Sin dejar de hacerlo, empecemos por la propia. Desde el lavabo… hasta alta mar.

Porque el problema se inicia ahí: en nuestra conducta cotidiana.

En el cuidado, delicadeza y el respeto al entorno y a los demás que tú y yo mantengamos.

José Iribas.

www.dametresminutos.wordpress.com

@jiribas

Civismo. José Ibar

12 pautas para que no te rompa el estrés

José Iribas

“¿Cuánto pesa este vaso de agua?”,preguntó una psicóloga mientras lo mostraba al público en una charla de gestión de estrés.
Las respuestas variaban: para unos el vaso podía pesar 200 gramos, hubo quien llegó a los 250…
La psicóloga sorprendió a todos al afirmar: “El peso absoluto no es lo esencial, depende de cuánto tiempo se sostenga el vaso. Si lo hago un minuto, no hay problema; si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo; si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso objetivo del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado se vuelve”.
Y concluyó: “Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas más, empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada. Es importante acordarse de dejar las tensiones tan pronto como puedas. Al llegar a casa suelta todas tus cargas. No las acarrees días y días. ¡Acuérdate de soltar el vaso!”.

Todos tenemos nuestro correspondiente “vaso de agua”. Alguien me dirá: “lo mío, más que un vaso es una botella o… hasta una garrafa”. Mayor motivo para andarte con cuidado.

No quiero referirme ahora a lo que ya señalé en una entrada anterior (“No te tomes tan en serio“) pero sí quiero compartir contigo algunas ideas que nos pueden ayudar a vivir mejor, sin tanta “presión”. 

Ahí van doce pautas para que no te “rompa” el estrés

  1. Cuando pretendas abordar el trabajo “no comas más con los ojos que con la boca”. Recuerda que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Prioriza. Y aprende a delegar, si es el caso.
  2. Ten un horario y un plan. Y cúmplelos. “Con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo y de hacerlo bien”, decía Pitágoras. Matemático, oye.
  3. Aborda los problemas de uno en uno, como las uvas de Nochevieja. No te atragantes.
  4. Relativiza si te ves superado o fallas. Intenta ver el lado positivo: lo que aprendes del error. Recuerda lo de que no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo resista). Y cuando caigas (todos caemos), levántate como la corredora de la que te hablé en la entrada titulada Persevera: es excelente“; porque lo es.
  5. Todas las personas cometemos errores. ¿Te creías Superman? Recuerda el chiste del cartel a la puerta de un quirófano: “Errare humanum est”.
  6. No te agobies, ni angusties, ni imagines necesariamente lo peor. Mantén la calma, el temple. Si te pones nervioso ¿mejoras la situación?
  7. Ríe (hasta de ti, o sobre todo de ti).  Y no te “me” pongas “solemne”. Acéptate. Más: quiérete. Eso no está reñido con el necesario espíritu de superación. Acuérdate también de transmitir optimismo a tu equipo, a tu entorno. Y recuerda: uno no puede dar lo que no tiene.
  8. Sé flexible en tus actitudes, en tu vida. El junco no se rompe ante el vendaval.
  9. Date, de vez en cuando, caprichos o compensaciones. Y dáselas a los demás. No son un gasto; son avituallamiento e inversión.
  10. Necesitas ocio, además de “negocio”: descansos, vacaciones, a su debido tiempo, hobbies. Reserva espacios para ti y los tuyos. Desconecta.
  11. Duerme suficientemente. ¡Hay que recargar las pilas! No te lleves las preocupaciones a la almohada. Déjalas, si acaso, en una nota para el día siguiente.
  12. Comparte tus preocupaciones, ¡pero también tus alegrías! Escribe Rita Schiano que “hablar de nuestros problemas es nuestra gran adicción”. Y añade: “Rompe el hábito: habla de tus alegrías”.

Vuelvo al inicio: suelta el vaso en cuanto puedas y olvídate de él. ¡No te pesará!

José Iribas.

www.dametresminutos.wordpress.com

@jiribas

12 pautas para que no te rompa el estrés

Relación de pareja descompensada

Marisa Lorenzo

Hay personas que les parece tener una relación de pareja descompensada. Tienen la sensación de que dan todo por su pareja y que no reciben nada a cambio.

Lo curioso es que a veces esta sensación es compartida por los dos. Ambos miembros de la pareja piensan que no reciben tanto como dan.

Si crees que tu matrimonio está descompensado, hazte los siguientes planteamientos:

1.- ¿Se trata de una sensación o es una realidad? ¿Uno de los cónyuges vive para el otro y el otro vive para sí mismo?

A veces no somos conscientes de lo que nuestro cónyuge hace por nosotros. Es necesario detectar todo lo que nuestra pareja aporta de positivo a nuestra vida.

¿No hace nada o es que nosotros no lo vemos?

Si crees tener una relación de pareja descompensada, sugiero hacer una relación de cosas buenas que tu pareja hace por ti, cosas positivas que aporta a tu vida.

2.- La reciprocidad en el matrimonio consiste en dar y acoger lo que el otro me da. Pero esto no puede ser un intercambio de favores, un trueque inmediato.

Quizás, se parecería más a una cuenta corriente de amor. Yo hago todo lo que puedo por ti, por hacerte feliz y esto engrosa mi cuenta corriente de amor. Mi marido, a su vez, hace todo lo que puede por hacerme feliz, por cuidarme, e incrementa la cuenta corriente de nuestro amor.

No siempre a la vez. No uno inmediatamente después del otro. Sin canjear sobre la marcha lo que cada uno aporta.

En los matrimonios que funcionan bien, la situación es equilibrada si se mira en un periodo amplio, aunque haya descompensaciones en momentos o periodos concretos.

3.- A veces el problema está en que no sabemos satisfacer nuestras propias necesidades. Hay personas que siempre posponen sus necesidades para atender las de los demás.

En estos casos, se debe trabajar para ser emocionalmente más independientes; escucharse un poco más; aprender a atender las necesidades propias; priorizarse.

4.- Si realmente tu pareja es egoísta, debes aprender a pedir y saber decir que no; mostrar tus necesidades para que tu pareja pueda conocerlas y atenderlas. A veces creemos que nuestro cónyuge es adivino. Pide sin exigir. Explica lo que necesitas. Enséñale a salir de sí mismo.

Y no nos olvidemos: el matrimonio no es vivir CON alguien, es vivir PARA alguien.

Marisa Lorenzo

Asesora Familiar. https://www.terapiadeparejasevilla.es/

@marisalorenzo_

Relación de pareja descompensada.

La Madre estaba junto a la cruz

San Bernardo

Sermón en el domingo de la infraoctava de la Asunción, 14-15

El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor. Éste – dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús- está puesto como una bandera discutida; y a ti -añade, dirigiéndose a María- una espada te traspasará el alma.

En verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto, después que aquel Jesús -que es de todos, pero que es tuyo de un modo especialísimo- hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y, por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.

¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?

No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.

Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que de la pasión del Hijo de María? Este murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquél, no tiene semejante.

R/. Cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.

V/. Entonces una espada de dolor le traspasó el alma.

R/. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.


Oremos:

Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

La Madre estaba junto a la cruz. San Bernardo

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Reflexión.

En nuestra sociedad, hay un verdadero miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor; podríamos preguntarnos el por qué, y me parece que la respuesta es porque hemos empezado a llamar cruces a todas las cosas que no nos gustan de la vida. Mirando el ejemplo del Señor, nos damos cuenta de que no solo esto es erróneo, sino que además, la Cruz, si es de Dios, se vuelve fecunda.

Con una visión panorámica de nuestra historia de salvación, tenemos en el pasado aquel famoso árbol con el fruto del pecado que nos llevaba a la muerte (Cfr. Gn 3,1-7); ahora sin embargo, tenemos gracias a Dios -nunca mejor dicho- la Cruz como el árbol de Vida con el fruto del Amor, que si pruebas de Él te dará no cualquier vida, sino la Vida Eterna.

Está claro que cuando el premio es tan grande, el camino al premio no es nada fácil y mucho menos en el día a día con sus problemas, agobios y dificultades en general, que nos hacen involuntariamente dejar la cruz y a no querer ni siquiera el plantearnos en muchos casos, que hemos de cogerla, mucho menos, que ha de ser cogida gustosamente sobre nuestros propios hombros.

Pero aquí en toda esta historia hay una cosa muy clara, y es que sin esfuerzo, sin sufrimiento no hay recompensa, como ya lo dejó claro el Maestro: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, lleve su cruz cada día y sígame” (Mt 16,24).

Israel Verano Fernández

www.puestapunto.org

Los Palacios y Vfca.

(Sevilla)

@israverano

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

La cruz es la gloria y exaltación de Cristo

San Andrés de Creta, obispo

Sermón sobre la Exaltación de la Santa Cruz (PG 97,1018-19.1022-23)

Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz y, junto con el Crucificado, nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. Y, al decir un tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original.

Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera sido crucificado. Sin la cruz, aquel que es la vida no hubiera sido clavado en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los muertos.

Por esto, la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación universal para todo el mundo.

La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante, de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él, y pronto lo glorificará. Y también: Padre, glorifícame con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo», palabras que se referían a la gloria que había de conseguir en la cruz.

También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.

R/. Oh cruz admirable, de cuyas ramas colgó nuestro tesoro y la redención de los cautivos; por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor.

V/. Salve, cruz, santificada por el cuerpo de Cristo y adornada con las piedras preciosas de sus sagrados miembros.

R/. Por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor.


Oremos:

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

La cruz es la gloria y exaltación de Cristo. San Andrés de Creta, obispo

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba