¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad!San Agustín, obispo Del libro de las Confesiones (libros 7,10.18;10,27: CSEL 33,157-163.255) Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un […]
Alcancemos la sabiduría eterna San Agustín, obispo
Alcancemos la sabiduría eternaSan Agustín, obispo Del libro de las Confesiones (Libro 9,10,23-11,28: CSEL 33,215-219) Cuando ya se acercaba el día de su muerte -día por ti conocido, y que nosotros ignorábamos-, sucedió, por tus ocultos designios, como lo creo firmemente, que nos encontramos ella y yo solos, apoyados en una ventana que daba al […]
El coro numeroso de las vírgenes acrecienta el gozo de la madre Iglesia San Cipriano, obispo y mártir
El coro numeroso de las vírgenes acrecienta el gozo de la madre IglesiaSan Cipriano, obispo y mártir Del Tratado sobre el comportamiento de las vírgenes (Núms 3-4.22.23: CSEL 3,189-190.202-204) Me dirijo ahora a las vírgenes con tanto mayor interés cuanta mayor es su dignidad. La virginidad como la flor del árbol de la Iglesia, la […]
Cinco caminos de penitencia
San Juan Crisóstomo
Homilía 2 sobre el diablo tentador 6
¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.
El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el salmista: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico, y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.
Éste es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas. Porque si perdonáis a los demás sus culpas – dice el Señor-, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.
¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.
Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad.
También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.
Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.
No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil, y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria, podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes -hablo de la limosna-, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.
Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo.
R/. La oración y el ayuno son prácticas recomendables, y más vale hacer limosnas que atesorar dinero. La limosna expía el pecado.
V/. Perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará. R/. La limosna expía el pecado.
Cinco caminos de penitencia San Juan. Crisóstomo
Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres San Juan Crisóstomo, obispo
Lo débil de Dios es más fuerte que los hombresSan Juan Crisóstomo, obispo De las homilías sobre la primera carta a los Corintios (Homilía 4,3.4: PG 61,34-36) El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de […]
La esperanza de la tierra nueva Vaticano II
La esperanza de la tierra nuevaVaticano II Gaudium et spes 39 No conocemos ni el tiempo de la nueva tierra y de la nueva humanidad, ni el modo en que el universo se transformará. Se termina ciertamente la representación de este mundo, deformado por el pecado, pero sabemos que Dios prepara una nueva morada y […]
Reina del mundo y de la paz San Amadeo de Lausana, obispo
Reina del mundo y de la pazSan Amadeo de Lausana, obispo (Homilía 7: SC 72,188.190-192.200) Observa cuán adecuadamente brilló por toda la tierra, ya antes de la asunción, el admirable nombre de María y se difundió por todas partes su ilustre fama, antes de que fuera ensalzada su majestad sobre los cielos. Convenía en efecto, […]
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La voz de la Iglesia resuena dulcementeSan Pío X, papa De la constitución apostólica Divino afflatu (AAS 3 [1911], 633-635) Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, […]
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Amo porque amo, amo por amar San Bernardo, abad
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