San Juan de la Cruz, sacerdote y doctor de la Iglesia, carmelita descalzo

s. Juan de la CruzNacido como Juan de Yepes Álvarez en el seno de una familia pobre de la Vieja Castilla, San Juan de la Cruz definió su verdadera vocación tras conocer a Santa Teresa de Jesús en 1563, poco después de finalizar sus estudios con los jesuitas. Fascinado por el plan de reforma del Carmelo, colaboró estrechamente con la Santa para fundar en 1568, en Duruelo, la primera comunidad masculina de Carmelitas Descalzos, momento en el que adoptó su célebre nombre religioso. Su inquebrantable adhesión a la reforma le costó meses de injusto encarcelamiento y sufrimientos físicos, una etapa oscura que paradójicamente dio a luz a sus obras líricas más sublimes, convirtiéndolo en una cumbre de la literatura mística española. Tras su muerte en 1591 en Jaén, con la certeza de ir a «cantar el Oficio en el cielo», dejó a la Iglesia un profundo legado teológico centrado en la «purificación del alma»: un camino de santidad comparado a la ascensión de una montaña, donde el ser humano debe liberarse de toda dependencia desordenada de las cosas para, a través de la nada, llegar a poseer el Todo que es Dios.