Reina del mundo y de la pazSan Amadeo de Lausana, obispo (Homilía 7: SC 72,188.190-192.200) Observa cuán adecuadamente brilló por toda la tierra, ya antes de la asunción, el admirable nombre de María y se difundió por todas partes su ilustre fama, antes de que fuera ensalzada su majestad sobre los cielos. Convenía en efecto, […]
La voz de la Iglesia resuena dulcemente San Pío X, papa
La voz de la Iglesia resuena dulcementeSan Pío X, papa De la constitución apostólica Divino afflatu (AAS 3 [1911], 633-635) Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, […]
La voz de la Iglesia resuena dulcemente San Pío X, papa
La voz de la Iglesia resuena dulcementeSan Pío X, papa De la constitución apostólica Divino afflatu (AAS 3 [1911], 633-635) Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, […]
Amo porque amo, amo por amar San Bernardo, abad
Amo porque amo, amo por amarSan Bernardo, abad Sermón sobre el libro del Cantar de los cantares (Sermón 83,4-6: Opera omnia, edición cisterciense, 2 [1958], 300-302) El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere […]
El que persevere hasta el final se salvará San Agustín
El que persevere hasta el final se salvará San Agustín Sermón Caillau Saint-Yves 2, 92 Todas las aflicciones y tribulaciones que nos sobrevienen pueden servirnos de advertencia y corrección a la vez. Pues nuestras mismas sagradas Escrituras no nos garantizan la paz, la seguridad y el descanso. Al contrario, el Evangelio nos habla de tribulaciones, […]
Edificios con Alma – Introducción
La fe de Murillo
Que todo sea verdad
María Álvarez de las Asturias
Empezó la Cuaresma 2020. Ya tiempo antes resonaba en mi cabeza esa canción
“Por eso Yo la voy a seducir, la llevaré al desierto y allí hablaré a su corazón y ella me responderá como en los días de su juventud”.
Y es que hay épocas en que nos hace falta una purificación; porque se nos van pegando al corazón muchas cosas, no necesariamente malas, que nos distraen de lo que verdaderamente es importante.
Y llegó lo inesperado –alguien en casa iba a tener que pasar varias veces por quirófano- y los cambios de planes. Y el cambio de ritmo y dejar en segundo plano las actividades previstas te ayuda a apoyarte en Quien de verdad sabe lo que necesitas. “Esta pobreza de no controlar los tiempos y momentos es dolorosa, pero es la llamada a una esperanza más pura, sin apoyo humano. Engendra poco a poco la paciencia, la humildad, la mansedumbre. Madura el deseo que un día será satisfecho más allá de lo que esperábamos” (“La felicidad donde no se espera”, Jacques Philippe, Rialp).
Y con la preocupación y el sufrimiento llega el amor de muchos, que nunca han dejado de estar ahí pero con los que el contacto se va espaciando ahogado por las prisas del día a día, y que ahora no se cansan de hacerte llegar su cariño, su oración, su compañía, su sentido del humor.
Pero el proceso de cambiar un corazón de piedra en corazón de carne es largo. Y llegó el COVID-19 a añadir preocupación sobre la ya existente. Y las dudas y el temor de que afectara a nuestros enfermos, a nuestros mayores, a los pequeños. También el deseo de creernos que “sólo es como una gripe”, rápidamente imposible de aceptar al saber que hay que acudir solos a las consultas médicas previstas, sin la compañía y el cuidado de las familias y amigos. Y el ingreso de mi padre (80), las horas eternas esperando noticias deseando que el nivel de saturación suba, el desgarro de no poder estar todos juntos, el miedo a perderle sin poderle abrazar.
Y con todo esto, la fe de mis padres, proclamada sin media duda: “Él sabe más y lo que Él quiera es lo mejor”; y el consuelo del amor recibido a chorros, a pesar de la falta de contacto físico que tanto necesitamos.
Saldremos de esto distintos; el sufrimiento también es bueno, porque puede sacar de nosotros lo mejor. Y esto es lo que gano yo en esta guerra, resumido en la canción que me envió un amigo sacerdote: Que todo sea verdad. Y es que ahora sí, definitivamente, lo que quiero es:
Que todo sea verdad
Que las palabras sean de amor
Que escandalice mi postura y mi sonrisa ante el dolor
Que desborde la locura sin medida de tu Amor
Que nos llenemos de Tus promesas
Que las bailemos de sol a sol
Que disfrutemos del camino con un mismo corazón.
María Álvarez de las Asturias
Canonista, especialista en noviazgo
y orientación familiar.
@mariaalvarezast